Te veo caminar, me doy cuenta de que estás triste, me acerco y te saludo con una gran sonrisa.
- Hola caballero- te saludo
- Ah! Hola, como estás ?- me pregunta
- Bien y tu? - le digo como respuesta automática - quieres tomar una bebida conmigo?
- Claro- me responde con una semi-sonrisa- vamos.
Caminamos por la calle hasta llegar a mi casa, me consideras una buena amiga y sabes que eres quien me gusta, siento que no quieres cambiar la relación que hay, o quizás simplemente no te gusto... o probablemente no quieres estar con nadie. Tomamos un refresco mientras vemos televisión en mi sofá, te abrazo y te consuelo, aún no quitas esa tristeza de la cara, pero no te voy a preguntar qué es lo que te pasa, hay veces en que es mejor dar amor que meter el dedo en la herida preguntándole a la persona qué es lo que la aqueja, si se da la confianza y la tranquilidad te contarán todo en busca de ayuda, no hay para que presionar.
- Y cuando me regalarás una sonrisa?- le pregunto mirándole
- Es que no me siento bien- me dijo afligido- pero prefiero no hablarlo por el momento.
- No te preocupes, yo te haré sonreír- y me dispuse a hacerle cosquillas, se reía y trataba de bloquear mis manos- pero saca tus manos!.
- Tramposa! ahora me toca a mí- y se volvió a hacerme cosquillas.
Era una guerra y danza de manos, carnaval de sonrisas y ojos felices de dar un descanso a la melancolía. Estabas encima de mi atacándome, claro, eres más fuerte que yo; y te vuelvo a atacar, te doblas por las cosquillas y nuestras caras quedan, por un segundo, frente a frente, al otro segundo me besas. Un beso tierno y juguetón, pero no puedo perder tiempo, debo seguir conquistando tu piel a base de pellizcos de cariño, logro ponerme sobre ti y termino el beso para dar paso a más risas y carcajadas.
Ahora te beso yo, un beso correspondido y apasionado, las cosquillas cesan y las manos danzantes pasan al abrazo, a devorar cada centímetro de la piel. Abrazos apretados, jugueteos con besos en el cuello, labios exploradores y aventureros que desean al otro, buscan saborear la esencia del alma, tal es la pasión que ya las ropas no son un obstáculo y los cuerpos se unen en un vaivén armonioso. Entonces caigo en la cuenta de que siempre soñé este momento, el ser tuya, el sentirte mío.
- Me encantas- le dije en un susurro
- Te adoro, hace mucho que quería ser parte de ti, pero no quería manchar nuestra amistad- me dijo preocupado.
- Siempre me has gustado- le dije sonrojándome.
- Lo sé. me encantas- me dijo con un beso.
Y volvimos a fundirnos en uno solo por un buen rato más. Ésta vez con ternura y ...... amor?