Todo comienza con una mirada, los ojos se encuentran y se avergüenzan de haber mirado, tímidos se van, pero inmediatamente vuelven, y se encuentran otra vez coquetamente. Una pequeña sonrisa se asoma y ya te has enamorado. Me sonrojo y bajo la mirada, he caído nuevamente en la tentación de las redes del amor, ¿es que no ves cupido que ya he sufrido demasiado? ¿no crees que mi cuota de sufrimiento en la vida ya está copada?.
Por favor dí que sí. No quiero sufrir otra vez...
De la nada la motivación nace en él y se acerca a mi. Su sonrisa me eclipsa los pensamientos, no puedo hacer más que mirar su cara, su cuerpo, su caminar y siento cómo la sangre sube por mi cara, Dios! debo parecer un tomate.
- Hola.- Sonríe mientras me saluda.
-Eh... Hola. -
-Crees en el amor a primera vista?- me preguntó intrigado.
- Creo que no- mentí.
- Pues, por favor cierra los ojos y mírame otra vez- me lo pidió amigablemente.
No sabría cómo describir lo que pasaba a mi cuerpo, no podía controlar un solo movimiento, los nervios se apoderaron de mí y no pude mirar nada, solo sentí cómo mis piernas se movían para alejarse de él. No sé por qué corro, por qué huyo, alguien más se apodera de mi cuerpo, la desesperación hace presencia en mí y caigo al suelo de rodillas, me falta el aire, se humedecen mis ojos y lo único que logro sentir es cómo brota desde dentro de mi ser un llanto quebrado.
Mi alma no se da la oportunidad, mis sueños no perderán otra vez, mi vida ya no volverá a cambiar de esta forma. Lo que necesito es volver a empezar, volver a caminar, a creer en mí y no esperar nada de los demás, debo superar todo el daño que me han hecho, por eso es necesario que me ponga de pie, limpie mis lágrimas, y me decida a caminar de vuelta a donde estaba.
Él aún estaba ahí, no lograba entender por qué yo había corrido, cuando me vió volver toda estropeada con la cara llena de lágrimas caminó hacia mí, me miró como pidiendo permiso y me abrazó, acarició mi cabello y me dijo: todo va a estar bien, nada te hará daño.
Yo sé que eso no lo puede asegurar, pero me arriesgaré, y si caigo otra vez, volveré a ponerme de pie.
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