Una caricia, una mirada, todo me recuerda a ti en esta habitación. Pareciera que fuese ayer cuando me tomabas en tus brazos y yo era la más feliz del mundo, la niña que podía jugar contigo hasta cansarse. Pero ya no estás, tus manos se volvieron heladas, tu cuerpo rígido, tu mirada se oscureció y yo me quedé mirando tu cara, esa que me decía que era la más linda, la criatura y el tesoro de tu corazón.
Y ya no estás, tus manos no juegan con las mías, tu pelo no tiene el mismo color, tu abrazo es solo el vestigio de un recuerdo, y ya no puedo sonreir como antes. Mi vida está manchada con tu partida, ese amor incondicional ya no tiene cuerpo que lo mantenga, que lo exprese.
He llorado horas porque no estás aquí, me he deshidratado por tanta lágrima derramada, lágrimas que van dejando un camino de locura ¿qué voy a hacer si nunca te vuelvo a ver? ¿donde estás ahora? ¿me estás escuchando? Tengo tantas cosas que decirte, tanto amor que quedó en mi. Te fuiste sin siquiera avisarme, me dejaste sola, ven a rescatarme por favor, ¿no ves que estoy malgastando mi vida al querer recuperar lo irrecuperable, lo perdido?
El vacío que dejaste no puede ser llenado, nadie podrá reemplazarte, pero sé que de donde estás, puedes mirarme, escucharme y protegerme. Solo puedo quedarme esperando el minuto en que me vengas a buscar, me quedaré tranquila, quieta, no te preocupes que no intentaré juntarme contigo porque sé que no resultaría, pero ven, por favor ven.
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