Estoy pasando por un periodo de mi vida donde todas las malas decisiones desatan sus consecuencias, todas y cada una de las cosas que adoro hacer tuve que dejarlas, renunciar a ellas. Uno piensa que las consecuencias se acumulan hasta que uno es viejo, pero a mis 26 casi 27 años estoy viviendo un período crítico.
Me educaron para ser una ganadora, alguien que no falla y las veces que he fallado, las he hecho pasar por situaciones del destino o "realmente no quería eso". Pasó con mi puntaje para entrar a la universidad, yo creía que quería estudiar enfermería, pero no me alcanzó. Postulé para ser profesora de Biología, quedé y entré.
Realmente no quería ser enfermera. Realmente no sabía qué quería hacer con mi vida, ni qué estudiar. Cuando estaba en el último año de enseñanza media realicé el proceso de postulación para entrar a la escuela de suboficiales del ejército. Quizás, ahora que lo pienso, quise ser parte del ejército porque no tengo que decidir lo que quiero, no tengo que ser yo quién tome las decisiones de mi vida, para eso hay y siempre habrá gente con más cargo que yo para hacerlo por mi.
No quedé, tengo un pie semi plano y carecía de alguien dentro de la institución para que me hiciera entrar.
Que pena, tendrás que decidir en tu vida, adelante: sé libre y feliz.
Mi primer año en la universidad fue un destape, maravilloso, puedo seguir siendo adolescente y además, qué afortunados somos, vivir la vida libre.
Pero yo no necesitaba mi libertad, busqué a un hombre con quien convivir mi día a día. Pero ¿cómo elegir? a mi me enseñaron a ganar, no a vivir. Elegí a alguien que no me quería, me tenía cariño (creo). pero que estuvo conmigo por más de un año sin estar conmigo realmente. Se acabó, estuve un poco triste y se acabó.
Entablé relaciones con otros hombres que reflejaban mi paso a la madurez, lento pero seguro, no vale la pena mencionarlos. Encontré buenas personas, encontré a una amiga, pero en el momento en que decidí que solo quería trabajar y podía dejar para después mi tesis, me alejé de ella y de todas las personas que me rodeaban. No quería que nadie me viera fallar.
Han pasado 3 años desde que decidí eso, como persona y como profesora he crecido, he aprendido mucho de cada personita que he tenido en mis manos para formarla y educarla. He recibido el amor y la admiración de colegas, apoderados, niños y adolescentes. "Es la mejor profesora"
Esa frase me apuñala el alma, porque no soy profesora, no tengo el título.
Hoy estoy aquí, sin los niños que me llenan el corazón, sin mi amiga, tratando de sacar el título, alejada de todos los que me hacen bien, pero sintiendo el apoyo que me dan. La soledad me hace mal, estoy fallando, he fallado mucho, he vivido unos años que no me pertenecían aún.
Me hundo, me hundo en lo que tengo que hacer, es como si estuviese cayendo en arena movediza, todos me hacen barra para salir, pero yo me quedo ahí, dejo que me consuma, y con una sonrisa en la boca les digo que todo va a estar bien.
La soledad es amiga del miedo y la cobardía, quiero hablarle a esa amiga, pero no quiero que me rechace, finalmente no le hablo.
Quiero salir de esto, pero no puedo, no tengo ganas.